Fragmentos del interesante libro de Jacqui Behrend (IAP, 2005)
La caravana
Y en el fondo la insistencia
de ver las cosas como son.
Parecíamos exploradores o al menos eso creíamos,
siguiendo las lucesitas para escapar del tedio, imaginábamos
la vida en la caravana con camellos, cargamentos, espejitos.
El lugar de nuestros deseos
debía estar ahí
pasando las colinas y más allá del bosque,
en el centro del universo
donde los pájaros chillaban, encerrados entre las ramas.
Pero a cada rato la caravana desaparecía como excusa,
las luces desaparecían
del vagabundeo
y se perdían.
Por la mañana las voces en el aire de la mañana.
Alguien los había visto y corrimos como un rayo:
barriletes encasillados entre las ramas.
Y hubo que entrar al río, chapotear
en el río
porque los barriletes siguieron el curso río abajo.
Así con el agua a las rodillas,
para salir del mundo y entrar en otro lado
a discutir los planes, las palabras
a hablar del río, del día
y de la caravana.
Abejas
el cansancio la detuvo entre tallos temblorosos
para reposar
la abeja
sobre el brillo del agua de rocío
entre los yuyos crecidos del jardín
sus alas se ondulaban en el reposo
¡el vértigo la rodeaba de nubes!
desde aquellos pétalos donde posó
sus alas resplandecientes
contemplaba el mundo
caminó encantada entre los bichos
acariciando con sus alas
el polen
que caía en gotas pálidas sobre las hojas
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