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domingo, mayo 21, 2006

SUZUKI BLUES


Se trata del sexto libro del poeta peruano Renato Sandoval (Lima, 1957). Recién editado (abril de 2006), el poemario presenta sus títulos en delicados ideogramas orientales, fragmentos de poemas japoneses en cuya alusión se engarzan las huellas del presente latinoamericano, esa evanescente forma de la eternidad. Un libro estupendo en su precisa y sugerente música. Aquí va una muestra, donde los títulos ideogramáticos (mi teclado tiene una imposibilidad radical para reproducirlos) son reemplazados por los nombres de los poetas nipones, que se consignan, en la versión del papel, al final de cada poema.


Takuboku Ishikawa

De los molles llueven las promesas
indignas del futuro
que los cuervos apacientan
en sus picos y la algazara
más perfecta puebla aún
el patio, el pozo, el pensamiento
de los ojos próximos. Corral
de flamas y siluetas adobadas
en su tinta por tan poco recibir
en el lado tan destrero, yegua
mía enlazada en su presente
y en la coz hundida redoblando
en mi memoria, y yo sin mudas, ahíto
en la expresión arcana
como nadie y a pura lucha
y a toda afrenta sumergido, tan apenas
y a contraluz cuando otros cuervos
rasgan la noche sobre la copa donde
se agita una crisálida.

Uichon

Apenas no
y el sentido es la luna de hiel
estampada en la orilla de otro miedo
o el mismo gesto
de alientos olvidados
que hoy se elevan
sin pasmo ni perdón.
El ciego de aquí
es el mismo sordo que antes
dirimía las leyes del hastío
y de la ira, cerca
ya la alabarda de la noche
y el celo en paz de la parda mora.
Esas manos, esas manos
serpenteantes en este pecho de plata
turban el ojo antiguo
que en ellas se pierde
cuando calla un violín.

Li Po

En el saco las pruebas
de lo que nunca fue, el ínfimo
perjuicio y las moradas arcadias
que a nadie relamieron, solo este
puño de hastío y gloria
sobre la grama austera
de la inocencia y el desparpajo, ese
punto de luz insípida
en tu lengua que devoro, otra
entraña de las que son a prueba
de todo un cúmulo de torrentes
en la cuesta que se inmola, ahí
donde ya no es posible persistir
en el engaño, como hoy mismo
en que lo digo todo aunque
sólo diga lo que no dices, verdad
o no, apenas un viento, la brizna
lúbrica, el impertérrito
seguir o no porque es igual
a ti o a esa hoz tan distinta
que me despierta cada mañana.

Buson

El viejo pino
predica la lujuria, pero un ave
salvaje grita la verdad
del ciudadano: soy yo
y el perjurio que me humilla
y enaltece, aunque también
una ameba que renuncia o
goza a la luz de los neones. Nadie
sabe si el árbol crece para arriba
o si los cuervos empollan
en los postes.

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