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viernes, junio 16, 2006

DESCARTES


(Viejos poemas que nunca voy a publicar en ningún libro. Que les sean leves.)











Tejido social

Aushwitz bosteza telarañas
redes
de Juanas en la hoguera
de represiones británicas
en dólmenes asiáticos
de picanas de carbón encallecidas
sobre números
porcentajes de Videla
de Pizarro
de cenizas
que rondan y rondan
los cerebros
con sus hilos
saturados
de memoria.



El nombre de las cosas

Después de discutir unos minutos
ambos colocan sus ojos en lo alto.

Nadie se atreve
a preguntarle a la luz
cuál es su nombre.



Romeos y Julieta

(a Rodrigo Galarza)

Las de lunar al cuello seducen con los dientes.
Eso pasó en Rosario.
Una sonrisa secando la orfandad que cada noche
tortura a los que ejercen el vacío
(abandonados Romeos capaces del poema
cuando la luna brilla en esos dientes
para luego opacarse sobre el cuello).

Talismán imposible,
memoria llena:
canción de tres poetas seducidos
por una sirenita en tierra firme.



Composición de espacio

Circunvalar el lugar
donde reposaba
el objeto del deseo.

Circunvalarlo, rodearlo, asediarlo,
manotear el aire a la altura de los hombros
y capturar un rostro que no existe.

Una soledad que certeramente se conoce.



Poética

¿Quién salvará al poema de su nombre?,
¿quién le dirá a la mujer
que el poema no se escribe con palabras,
que hay que llorarlo por lo menos?

Escribir un poema
a la mujer que invoca el rito
y llorar el desamor mientras se hace.

Escribir,
para salvarnos del nombre de su ausencia.



Reconstrucción

Mover el piso
espiraladamente,
desencajar las baldosas
con las ganas,
sacudir el corazón
con los cimientos
y abismar la desazón
entre las ruinas.

Temblorearnos un poco
para seguir viviendo.



Calandria

El porvenir aclara la garganta
de la cantora, la que nunca calla.

Cuando lloran en el valle ella trina,
y nadie puede saber si es otro sol
el que aclara las penas.




El ojo y el jilguero

Probablemente el ojo se equivoque
al demorarse.

Cada demora implica una condena,
la densa oscuridad que forma un círculo
para esa ventana inconsistente.

El jilguero no es cuervo y sin embargo asusta:
porque calla se puede tolerar su presencia,
porque canta se suele celebrar su silencio:

cada nota lastima.

El jilguero en el monte adensa la mañana,
estatua insospechada mueve en la sombra
los hilos de ese cuerpo y su pico es un dardo,
una saeta.

Probablemente el ojo lagrimee
cuando el jilguero le devuelva la noche.


C.J.A.

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