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domingo, febrero 26, 2006

ESTRECHO MAR, del poeta salteño E.Atilio Romano


El libro, publicado por el ayuntamiento español de Nerja, se presentó en Salta el viernes 17 de febrero de 2006


E. Atilio Romano, me ha pedido algunas palabras para hablar de su tercer libro de poemas. Este pedido, que en otra ocasión podría involucrar un compromiso, significa, en este caso, una alegría inmensa, y un indudable motivo de celebración: se trata de un poeta de Salta, el mismo lugar al que pertenezco literariamente, y encima una de las voces más originales de mi generación (aunque los antólogos de la poesía argentina consideren que la poesía de los 90 sólo transcurrió en Buenos Aires).
Un tercer libro no debería ser novedad, sino, más bien, la confirmación de lo que anunciaban los anteriores: la presencia de una voz que ha ido materializando la sombra de un poeta. Y esa voz propia, que nos venía hablando desde el sur del mundo, desde un barrio de Orán, en la provincia argentina de Salta, ha trocado el universo geográfico para seguir hablando de lo mismo: el desamparo universal del ser humano, ya sea en la transición desde el Orán africano (o desde el nuestro, el latinoamericano) a las promisorias costas europeas, o en el quietismo del porvenir negado por la miseria impuesta a los países periféricos.
Poemas que, de este modo, adquieren el tono de la profecía al advertir, por ejemplo, la indignación de los migrantes pobres en la Europa opulenta (esa indignación que produjo, entre otras cosas, los incendios de los automóviles franceses), en una confirmación de la xenofobia con la que Europa recibe a sus visitantes no queridos. Como el Vallejo alucinado por París, Atilio Romano nomina el viejo Continente en un esfuerzo por transformar el extrañamiento del auto exilio en familiaridad, familiaridad que devuelve a Europa el gesto de los “descubridores”. Se trata de un esfuerzo por transformar la hostilidad en aventura, un gesto que repite la voluntad de su primer libro, Derramo un hombre: reclamar la tierra de la que el poeta ha sido desheredado para los desheredados de la Tierra.
Entonces yo, que estoy en la otra orilla del estrecho mar que nos separa, y soy también un desheredado, vuelvo a atisbar por la ventana de la poesía de Atilio, y no puedo menos que festejar su palabra, que sigue evocándome el lugar de nuestra literatura, esa provincia argentina cercana a Bolivia y alejada del mar de la que los dos, por distintos motivos, estamos alejados geográficamente. Pero sólo en geografía. Nuestra vocación diaspórica nos obliga a dirigir certeros poemas hacia el lugar querido que nos niega para transformar la negación en permanencia. Una poesía anclada en un lugar de Latinoamérica, que es como decir en un lugar de nuestro idioma, nuestro lugar entendido como respiración y canto, como desolación y consuelo. La forma de ver el mundo que aparece en este libro. Y es lo que hay que celebrar, lo que seguramente el lector que se encuentre con estos poemas, sea del lugar que sea, no dejará de advertir y agradecer.

C. J. Aldazábal
Buenos Aires,
20 de noviembre de 2005

ALGUNOS POEMAS DEL LIBRO

Ojos blancos

El motor se ha muerto

y nuestros ojos blancos de miedo

los ven llegar;

nos dan pan para el frío

abrigo para el hambre

y después

nos devuelven a la miseria.


La tierra prometida

La barca

todavía

busca su norte

la tierra prometida;


mientras tanto los hombres

encuentran

lo hondo

lo profundo.


El triste

Desde las playas

en África

veo revolotear las gaviotas

de enfrente

están alegres

bailan al son de las olas;

sólo yo soy el triste

mis alas

no pueden alcanzar

sus vuelos.


La última canción

Mientras navego

en mi barca de papel

digo

Madre espérame

con tu abrazo de arena

en las playas de Tarifa,

no te olvides de llevar

la última canción de cuna

y el olor a tierra en tus ojos

lo quiero

aunque me encuentres solo

golpeando

rameando mis pies

sobre la arena.


Desahogo


África nos escupe

con su hambre

con su dolor

y así

en medio de la mar

y el frío

vomitamos pedazos

de corazón

y las piernas duras.


El caminante

Soy el caminante

que pasa por Orán

y llega al Mediterráneo

siendo un corsario;

he matado para llegar a puerto

maté la limosna

los pies descalzos

el frío de mis ojos.

7 comentarios:

C. J. Aldazábal dijo...

Muchas gracias, María, por opinar.

Discrepo, por supuesto.

En primer término, no me parece útil aplicar una tabla de valores a la hora de leer un texto que se dice poético. Claro que Romano no es ni Gelman ni Vallejo.
Claro que Vallejo ha devenido en clásico, pero ese devenir también debe entenderse como un efecto de lectura.

Quiero decir: a mí también me gusta (y mucho) Vallejo. También me gusta (y mucho) Gelman. Y no sé si me sirve, como lector, fijarme cuál encaja mejor en mi grilla clasificatoria de "superior" o "inferior", una grilla clasificatoria con la que estoy completamente en desacuerdo (si alguien dijera que Vallejo es una marca ineludible para comprender la producción de Gelman coincidiría, pero eso es otra cosa).

Para mí, lo decisorio en poesía es que un texto transmita una experiencia escritural. Y si es vital, mejor. Y es esa experiencia (no el resultado) lo que me permite establecer la relación Romano-Vallejo (aparte de que Romano es un insistente admirador del gran César). "Como el Vallejo alucinado por París" significa, entonces, que en los dos casos está la experiencia del exilio latinoamericano en Europa como disparador literario. Para Romano, ese exilio significa una enorme hostilidad por su endeble situación de migrante. Condición que es, al mismo tiempo, condición de poesía: se trata de una retórica que habla desde lo urgente. Y esto se da en los tres libros que publicó, lo que es un hecho materialmente incuestionable, más allá de los gustos. Quizá por eso, me parece, no encaja con tu concepción de lo poético.

Cuando hablo de "una de las voces más originales" de la poesía de los 90, me refiero a una experiencia de escritura similar, por ejemplo, a la de Washington Cucurto, Santiago Llach o Cecilia Pavón. La similitud está dada por esto de la "urgencia", y por el escozor que pueden producir estas retóricas, en muchos casos banales, frente a la tradición del género. Pero no me parece que sea banal el gesto estético de Romano. Al aparente "descuido expresivo" (lo que es una característica de la "generación") Romano le agrega la tradición de la poesía de Salta, donde irremediablemente está Vallejo, en lugar de Carrera. Y es ese "agregado" el que me permite decir que "es una de las voces más originales". Y decir que algo es "original" no significa decir que es "mejor o peor". Es, simplemente, una forma de marcar su particularidad en un fenómeno más amplio.

Claro que coincido con tu idea del "oficio". El problema, me parece, es "universalizar" el oficio propio y pretender que todos los poetas escriban según nuestros gustos.

Pero está bueno el disenso. Lástima que no estuviste cuando se presentó el libro en Salta.

Si tenés poemas tuyos para mandarme va a ser un gusto leerte (también es cierto que me interesa la producción de mis comprovincianos).

Saludos y nuevamente gracias,
CJA

Anónimo dijo...

Puede ser que no sea útil aplicar “una tabla de valores en la lectura poética, es una posibilidad, pero mi opinión peca por ser sincera.
Decir me gusta o no me gusta, es una tibia calificación.
Cuando voy al cine, digo la película era mala o buena, o no tan mala o no tan buena, por esto, por eso y por aquello. No digo que me provocó un efecto positivo ni tampoco digo que me ha transmitido una experiencia o no me la ha transmitido.
Con la lectura de poesía me pasa exactamente lo mismo. Y lo expreso de esa forma, al pan, pan y al vino, vino.
Muchas veces, los escritores para la tribuna hablan de los modos de leer (aunque los docentes y los mediadores de lectura también utilizan estas abstracciones) y de la sociología del gusto, pero entre pares, entre amigos, muchos escritores en sus cenáculos comentan: “¡Qué bodrio!”; “¡Este libro es una cagada!” ó “¡Tuve que comentar un libro que está para tirarlo a la basura!”.
Por esto digo que peco de sincera.
La publicación de un libro, es verdad, es un hecho materialmente incuestionable, pero, a qué precio. Hay que pensar en el futuro. Y si no es así, ¿porqué un poeta ya maduro como el “Teuco” Castilla a la hora de elegir poemas para una antología omitió sus primeros libros por considerarlos (No dijo malos poemas o pésimos libros) “inmaduros”?
Con respecto a la traición, perdón, tradición poética salteña, me parece muy bien que la poesía joven mire a Vallejo y no a Carreras, porque he tenido el, bueno, la oportunidad de leer varios libros de Miguel Alejandro Carreras y me parece que la mayor parte de su obra (O, tal vez, toda) va a quedar irremediablemente en el olvido. Yo ya la olvidé.
Coincido en que es una lástima que no hubiese estado en la presentación del libro del autor “exiliado”, pero ocurre que, a pesar de internet, canal 11 y Am 840, jamás escuché ningún parte de prensa en ningún medio del Valle de Lerma donde resido.
Y, además se me complica la vuelta en el colectivo interurbano que no tiene un buen servicio a pesar de SAETA y los nuevos coches Mercedes Benz 0 km.
Lamentablemente no tengo poemas para mandarle, pero sería un placer que usted pudiera leerlos con el mismo afecto que lee a sus comprovincianos.
Un cariño.
María Vargas

C. J. Aldazábal dijo...

Está bueno tener certezas.

Yo no las tengo.

Si el Teuco no hubiera publicado esos libros de los que hoy reniega no habría llegado a la obra de la madurez.

Toda escritura es un proceso. Lo noto en mi propia producción.
Uno tiende a creer que escribe "mejor" que antes. Pero quizá sería más preciso decir que escribe "distinto". Y eso es lo interesante, el proceso.

En Romano veo ese proceso y esa búsqueda. En otros poetas no encuentro lo mismo. Los veo más epigonales y repetitivos. Pero no les voy a prohibir que publiquen (que intenten su experiencia de escritura) en nombre del futuro (habría que preguntar quién nos nombró guardianes de la salud literaria, cuando apenas somos lectores).

Cuando mencioné a Carrera me refería a Arturo, no a Miguel Alejandro.

Anónimo dijo...

ESTUVE ATENTAMENTE SIGUIENDO EL INTERCAMBIO DE OPINIONES ENTRE MARIA VARGAS Y JUAREZ ALDAZABAL. CREO QUE AMBOS TIENEN VERDADES.
ES CIERTO QUE ESTÁ MUY BIEN TENER CERTEZAS COMO APLICAR O NO TABLAS DE VALORES, PERO TAMBIÉN ES CIERTO QUE MUCHOS ESCRITORES QUE SE DICEN POETAS, NO LO SON. Y A ESTA CONCLUSION NO PUEDE LLEGAR SOLAMENTE ALGUIEN QUE ESCRIBE, SINO TAMBIEN ALGUIEN QUE LEE Y TIENE ACUMULADA MUCHA EXPERIENCIA LECTORA.
PORQUE TAMPOCO SE TRATA DE SER GUARDIAN DE LA SALUD DE LA POESIA, SINO DE OPINAR SOBRE LAS EXPERIENCIAS, LOS VIAJES QUE CADA UNO HACE CON LA LECTURA.
QUISIERA APORTAR A ESTE INTERCAMBIO, COMPARTIENDO PARTE DE UN PROLOGO QUE ESCRIBIERA UN POETA GRANDE COMO WALTER ADET:

“MIENTRAS EMPIEZAN A CUNDIR ENTRE NOSOTROS CRÍTICOS DE OBRAS MALAS O MEDIOCRES, COMO RESTAURADORES DE TUMBAS…¿QUIÉN LES DIRÁ QUE HASTA EL AGUA BENDITA PUEDE SER GASOLINA ROCIADA SOBRE CIERTOS ATAÚDES, CUANDO EL SEPULTURERO TOMA MEDIDAS DRÁSTICAS?"

YA LO DECIA WALTER ADET, EXISTEN VERSOS Y PÁGINAS QUE CLAMAN URGENTES EUTANASIAS.

GRACIAS.


GASTON VILLALBA
SALTA
ARGENTINA

C. J. Aldazábal dijo...

En parte coincido con Adet (a quien también considero un gran poeta, aunque para muchos porteños, desde su experiencia de lectura, no lo sea). Sin embargo, no creo que su opinión se aplique a E. Atilio Romano.

Para mí, la escritura es también un proceso de lectura. Y creo que Romano tiene ese proceso con la tradición de la poesía de Salta (incluyéndolo a Adet).

No sé puede negar en nombre de una experiencia de lectura determinada otra experiencia (que en Romano concluye en escritura). Se ve que no se entendió lo que escribí antes: nadie es guardián, ni debería sentirse guardián, de "purezas" o "calidades" literarias, ni lectores ni escritores (anverso y reverso de la misma moneda). Ciertamente, hay algunos recorridos de lectura que a veces inmovilizan en terrenos desconocidos. Quizá eso les pasa a ustedes con la poesía de Romano.

Pero las fogatas de libros y la eutanasia, después de la dictadura militar del 76 y del nazismo, son ideas que siguen produciéndome escozor.

Anónimo dijo...

“Creo que es imposible que el ser humano deje de ser utópico, que deje de sentir la necesidad de pelear contra la injusticia y de defender la dignidad”. Esto fue lo que dijo alguna vez el poeta Juan Gelman, un hombre que ademas de escribir poesía se comprometió con una lucha ideologica y politica, Tuvo desaparecidos en la última dictadura. A mi Gelman me gusta mucho y no me gusta la forma en que ha sido tratado en comentarios arriba escritos.
No conozco la obra de Vallejo, que tambien lo citan y menos a Adet.

Agustina

C. J. Aldazábal dijo...

Hola Agustina:

me alegra mucho que seas admiradora de uno de nuestros poetas más importantes: ojalá Juan Gelman recibiera el Premio Nobel de Literatura. Sería un acto de justicia...

César Vallejo (1892-1937) es el gran poeta latinoamericano de las vanguardias. Su obra influyó, incluso, a sus contemporáneos: podría decirse que Raúl González Tuñón, el gran maestro de Gelman, fue un excelente lector de Vallejo.

Walter Adet (1931-1992) fue un poeta de Salta, de la generación del 60, que también tuvo un fuerte compromiso político, social y poético. Un dato curioso: Adet publicó un ensayo sobre la poesía de Vallejo en 1969...

Voy a colgar en este blog un poema de cada uno para que puedas tener una mínima idea de sus poéticas. En internet podés conseguir más información sobre ellos.

Muchas gracias por opinar.

Saludos,
CJA