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miércoles, diciembre 07, 2005

PRESIONES


A propósito de una exposición de pinturas en Trelew.

Román Cura conoce la premura de su oficio: la urgencia tensionante, la compulsión pletórica, el entusiasmo final, disfrazado de colores y contornos. Eso es lo que transforma la puesta en escena de la tragedia argentina, que propone la muestra, en una obra vigorosa y vital, capaz de expresar la aparente contradicción de una cotidianidad trascendente para sintetizar la resistencia de los débiles frente a las presiones de los poderosos.
Y en este juego, la historia también presiona por decirse. Es la historia de un país asfixiado, un país donde las capas geológicas de las muertes injustas se suceden sin ningún pudor. Un país donde incluso el signo oriental del equilibrio universal, el signo del yin y el yan, se transforma, necesariamente, en una marca de canibalismo.
Pero si estos colores y formas inquietan y estremecen, también se preocupan por seducir, llegando a hipnotizar en su abundancia. Exigen detenerse, demorarse en los detalles, en la muchedumbre de objetos y de cuerpos que también presionan por poseer la atención del observador, único beneficiado por la lucha.
Síntesis de oficio y de experiencia, de ganas de decir pero sabiendo cómo, los textos pictóricos a los que Román Cura ha bautizado con el nombre genérico de “Presión”, nos hablan del camino de un artista en serio, un artista patagónico, argentino, americano, universal, que continúa construyendo muestra a muestra, pigmento a pigmento, los sólidos cimientos de un decir propio, anclado en la tradición de los grandes maestros pero también en la curiosidad, curiosidad por un mundo vasto, complejo, infinito, pero al mismo tiempo diminuto. Nuestro pequeño y terrible mundo en el que, a pesar de todo, nos vemos obligados a sobrevivir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una esencia que se esconde,
que se esconde y desconoce,
que desconoce y se enfurece
que no se enfurece por ver el hambre
metido entre los dientes del sol durmiente.

Una pintura que habla a lo rítmico,
a lo salvaje, a lo alegórico, en lo físico…
físico sin cuerdas pero con lentas esferas
de un enorme mar de velas
sobre esmeraldas de rudas muecas.

Un pincel que salta la silla,
Que acaricia el ojo de la pared,
Que se estira y que se esfuma
O se embebece bajo placer.

Una mano que dice la canción de la mente,
Más cercano que lanzarse al puente,
Con las alas abiertas y ojos desnudados,
Con dedos inquietos de sabores no amargos,
A lo que llamo la lentitud del amor sensato.

La pintura en pared de blanco,
Que nunca estuvo como siempre estuvo,
Pobre pared si no tiene abrazo
De un pincel de color y flechazo.
Vamos arriba, todos estamos en el color del sol dorado.

Hijos de todos, todos de nadie, nadie lo sabe,
Pues somos huellas de la pintura del aire.
Hijos de todos, todos de nadie, nadie lo sabe,
Pues somos acuarela en las nubes del arte.

Soñadora despierta.