Es el último poemario de Santiago Espel (Buenos Aires, 1960). Una interesante apuesta por la lírica de lo cotidiano.
El mate, lavado, frío, entibia mi mano.
Miro el fuego y escucho su bramido sostenido;
aún sin viento, se agita, genuino, primitivo.
Y pensar que lo mantengo con mi salario,
insano y bello, durante la noche,
como un bruto, sostengo, prolongo la historia,
para que el presidente, quizás, mañana a las once,
cambie definitivamente, dicen, el rumbo de las cosas.
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