El poeta mexicano Manuel Cuautle me invitó a inaugurar un ciclo de poesía en la ciudad de Tandil, lugar donde reside desde hace más de dos años.El acto fue el viernes 10 de marzo, y además de la cordialidad de Manuel y de la poeta local Gabriela Pedro, propietaria del Café Cultural Ashi, sede del ciclo, se dio la grata casualidad del reencuentro con viejos amigos, como por ejemplo Josefina Arroyo, inventora en la década del 60 de los cafés literarios porteños.
Una semana después, el 17 de marzo, estuve en Bahía Blanca, otra vez leyendo, pero esta vez en el Museo de Arte Contemporáneo de esa ciudad, y gracias a las gestiones de los jóvenes poetas villalonguenses Dante Sepúlveda y Álvaro Urrutia.
Mi gratitud y mi afecto para todos.
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